domingo, agosto 05, 2007

El Monasterio de Drepung

El Monasterio de Drepung es el complejo de monasterios más grande del Tibet. Es realmente enorme y sólo está a unos 8km desde el Palacio de Potala. Nosotros fuimos en nuestro segundo día de viaje útil. No nos costó demasiado llegar y fue bastante divertido, cogimos un minibús que nos dejó a un par de kilómetros del monasterio, una vez allí podíamos andar o tomar un transporte peculiar . Éste consistía en un tractor con un remolque en el que los tibetanos se iban subiendo hasta completarlo y por el cual se pagaba un yuan. Así que ahí estábamos, con otros 10 peregrinos con todos sus bártulos para ir al monasterio. Sin duda fue curioso. Yo intenté hablar con uno de ellos, todos saben mandarín porque lo estudian en el cole, pero no me hice entender y acabé enseñándole los videos que habíamos hecho de los pandas en Chengdu . Parece que le gustaron bastante… Tras cinco minutillos de cuesta arriba y con un traqueteo poco relajante llegamos a la entrada del monasterio. No sabemos muy bien como lo hicimos pero conseguimos regatearles a los monjes la entrada para la visita, sin duda debían estar de buenas.

De nuevo lo que más impacta es el ambiente . Gran cantidad de monjes por todos los lados y gran cantidad de peregrinos a los que se añaden muchos sin hogar o incapacitados que vagabundean por los alrededores del santuario pidiendo limosna. También vimos una especie de comedor, al cual no nos atrevimos a pasar por la pinta era bastante chunga y mira que hemos entrado en sitios chungos…


Haciendo acopio de fuerzas por el calor y todavía no acostumbrados a la fatiga que te produce la altura, nos adentramos en el complejo. La arquitectura es igual que la del Palacio de Potala y sinceramente, tras una hora de visitar salas y patios con el mismo aspecto te cansas un poco. Nos llamó la atención la cantidad de animales que hay viviendo en el monasterio, podría ser caso de estudio el ecosistema que se han montado allí…manadas de perros, de ovejas, bandadas de cuervos y demás aves, cabritas, vamos, un poco de todo y paseando a sus anchas por el lugar. La manteca de Yak está por doquier y tiene un tufillo característico que tampoco es demasiado molesto…




Nos gustó mucho un invento que tenían para calentar las teteras aprovechando la energía del sol y muy sencillo de usar y fabricar. También hicimos un rato de la Kora, a la vuelta de la visita, la cual no acabamos porque nos perdimos en el laberinto de edificios con el mismo aspecto y muchos de los cuales estaban derruidos. La vuelta a casa también fue curiosa, nos montamos en un autobús que nos dejó cerca del hostal. Estaba hasta arriba, prácticamente había dos monjes tibetanos por asiento, fue divertido. La tarde la dedicamos a preparar y acabar nuestro viaje al Everest…




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