martes, agosto 07, 2007

Shigatse y vuelta a Lhasa y el Potala

Desde el gran monasterio de Tashilhunpo se puede retratar de esta forma a la ciudad de Shigatse. Junto con la fortaleza de la foto, que recuerda sin duda al Palacio de Potala, el Monasterio es el principal atractivo de la ciudad. Aún habiendo visto ya maravillas como Lhasa o Gyantse, la verdad es que Shigatse no nos decepcionó para nada. La impresionante Kora que se tarda casi una hora en recorrer no puede dejar a nadie indiferente, todo está lleno de símbolos, las banderas con rezos, los penitentes que hacen el recorrido de rodillas, las pequeñas chimeneas quemando plantas aromáticas, las placas con palabras grabadas en tibetano, los techos de las casas llenos de extraños caracteres, los animales, en fin todo un espectáculo.

Llegamos ya por la tarde después de desandar el camino desde el CBE, pasando por Lhatse y Shegar . Tuvimos momentos de tensión a la vuelta ya que la tormenta que había empezado cuando estábamos en el Everest decidió perseguirnos. Cuando estábamos cruzando el puerto de 5000m que recorrimos un día antes, la carretera estaba totalmente congelada y casi nos tuvimos que parar a mitad de camino.

La parada para la comida no la hicimos en un lugar grande sino en una pequeña aldea que contaba con un restaurantito enano. Le dijimos al conductor que nos íbamos a dar una vuelta y no le gustó la idea, pero obviamente nos dio igual y decidimos dar un paseo. De nuevo, las condiciones en las que vive esa gente son extremas y eso pasa factura hasta a los más pequeños. Dos niños nos fueron siguiendo en nuestro camino, tenían mucha curiosidad pero, en fin, no les pudimos decir nada…y en cuanto les mirábamos huían riéndose. Después de un rato montamos en el coche y en un par de horas, ya de tarde, nos plantamos en Shigatse .

Íbamos a pasar la noche allí, pero para esta vez cambiamos de hotel. Nos fuimos a uno sin agua caliente por no volver a ver al pájaro del Hotel Tenzin. Por la noche cenamos en un restaurante sichuanés cuyo propietario era simpatía pura, nos puso un par de platos picantes que estaban deliciosos. En medio de la cena aparecieron unos tibetanos para pedirnos dinero y el dueño les echó a escobazos perjurando que eran unos vagos y unos incivilizados…no es un pensamiento poco generalizado entre los emigrantes Han.

Al día siguiente por la mañana nos dedicamos a pasear por el Monasterio de Tashilhunpo , sin entrar ya que la entrada era bastante cara y teníamos tiempo justo para hacer la Kora. La Kora transcurre por la parte baja de la ciudad hasta que se empieza a subir una colina por encima del monasterio desde las que hay unas vistas preciosas de la ciudad. Acabamos bastante cansados del recorrido, entre el mes de viajes y esta última excursión por las alturas estábamos bastante rotos. Nos despedimos de nuestro amigo de Taiwán, cogimos el coche y volvimos a Lhasa .

Podíamos habernos quedado más tiempo en el Tíbet, hay infinitas cosas que hacer, pero en nuestro planning sólo quedaba una cosa pendiente, hacernos la foto con el Palacio de Potala y un billete de 50 yuanes. La tradición de hacernos fotos en los lugares retratados en los diferentes billetes nació mucho tiempo antes y no pudimos irnos de allí sin la última.

Al día siguiente por la mañana cogeríamos un avión a Chengdu en la que haríamos un transbordo a Shanghai para, en tren, volver a Hangzhou. Sin duda el viaje más impresionante que he hecho en avión fueron tanto la ida como la vuelta a Lhasa desde Chengdu. El mar de nubes me encanta, pero cuando ese mar de nubes se ve roto por la irrupción de un pico nevado que parece estar besando el suelo del avión, la visión es simplemente lo mejor. Me encantó. Estas fotos son de la vuelta, a la ida el mar de nubes era completamente homogéneo, una pena que no tuviera la cámara a mano.

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El Campo Base del Everest y el Monasterio de Rongphu. 5200m

El Everest, o Qomolangma, es el pico más alto de todo el planeta. Teníamos la oportunidad de estar en el techo del mundo. Hacía 8 meses casi ni sabíamos si al final iríamos a China, y el Tibet nos resultaba tan lejano que ni siquiera nos había pasado por la cabeza. Pero allí estábamos, en Shegar, a escasos 150km de la cadena de montañas que contiene más ochomiles.

El día amaneció nublado en Shegar. Nuestro conductor, que nos había atormentado con un cd de música tibetana de 30 minutos que se repetía una y otra vez durante TODO el viaje, nos comentó la posibilidad de ahorrarnos ir hasta el campo base y simplemente ir a Tingri, la población tibetana desde la que se puede avistar el Everestsin tener que entrar en el parque. Nos negamos a perdernos el campo base, después de todo, habíamos ido hasta allí por eso…así que sin más dilación partimos rumbo a la entrada del parque.

Había un control policial junto en la entrada. Nosotros no habíamos tenido tiempo para sacarnos los permisos y teníamos cierto reparo. No pasó ni media, nada, miraron nuestro pasaporte y punto. Sin embargo no fue así para nuestro amigo taiwanés, al enseñar su pasaporte de Taiwán, los oficiales chinos se vieron contrariados y le tuvieron dando vueltas un ratito. Sacó su pasaporte Japonés y ya no le pusieron demasiado problema, en fin, la verdad que no nos llegamos a preocupar…y el conductor parecía tranquilo.

Después de pasar el control y dar los billetes, de 18 euros por persona y de 45 por coche, subimos un primer puerto con algunos yaks pastando piedras, porque otra cosa no había. Al llegar a la cima, nos paramos en un mirador desde donde se puede ver la sierra que contiene tres de los picos más altos del mundo, una verdadera pasada. Estuvimos un largo rato allí, junto con otro grupo de japoneses que habían negociado con nosotros los coches, las excursiones etc. pero que al final nos habíamos separado.

Después de salir de allí con una sensación agridulce, ya que habíamos visto las montañas pero el tiempo parecía empeorar por momentos, tomamos un camino que también veía disminuida su calidad con el tiempo, hasta casi llegar al campamento base donde llega a ser un caminillo de cabras con zonas completamente congeladas …Los paisajes eran ya familiares para nosotros, se repetían una y otra vez, seguíamos cruzándonos con gente de vez en cuando, con rebaños de cabras y con algún que otro río helado.

Tras un par de horas, llegamos al Monasterio de Rongphu , donde vimos que el tiempo estaba fatal y supimos que no podríamos ver el Everest . Abrigados hasta las cejas y a 5200m de altitud, nos dimos un paseo por la entrada del monasterio, muy parecido a otros vistos anteriormente pero con menor tamaño y una multitud de cuervos sobrevolándolo en todo momento. Hicimos un intento de recorrer la Kora, el perímetro, pero estábamos un poco cansados y no queríamos forzar…

El campo base del Everest en invierno sorprende. Sorprende por su simplicidad, es decir, dos letrinas con cacas congeladas, una oficina de correos de un metro cuadrado cerrada, una alberca descuidada y una explanada con piedras y un río helado componen el campamento base. Vamos que no hay nada. En verano ya te encuentras expedicionarios, tiendas, mercadillo, hotel (cerca del monasterio en el que se puede pasar la noche) y demás servicios…

Esto es lo que vimos del Everest y no lo que deberíamos haber visto: (foto sacada de la web, la primera de este blog)

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Gyantse y Shegar

Gyantse es una ciudad pequeña enclavada en medio de una meseta con las ya típicas montañas peladas alrededor. Tras unas cuantas horas de camino en todo terreno desde el Yamdrok Tso por los diferentes accidentes geográficos se atisba en la lejanía una especie de fortaleza sobre una colina. A medida que te acercas, se hacen más claros los detalles de esta pequeña ciudad.

Aparte de la “normalidad” que pueda suponer una ciudad tibetana para el viajero, destacan dos complejos como los puntos turísticos clave del lugar. El Monasterio de Pelkhor Chode y la fortaleza o el Dzong . El primero es un nuevo conjunto de edificios en el interior de una muralla con un ambiente parecido al monasterio de Drepung, es decir, sus animales campando, la devoción o superstición de peregrinos y locales, los monjes budistas, la manteca de yak y las capillas llenas de budas. Destaca un edificio, stupa , en medio del complejo desde el que se tiene una visión amplia de la parte más antigua (y de estilo más auténtico) de Gyantse y cuyas capillas albergan relieves de los guardianes de Buda, unos demonios que siempre he dicho que dan un poco de miedín.

En cuanto a nuestra visita, pues veníamos con la boca abierta de la ruta que acabábamos de recorrer y Gyantse supuso la guinda del pastel. No estuvimos mucho tiempo, quizás tres horas , paseando por las calles antiguas, recorriendo el monasterio y por último, admirando el Dzong el cual no tuvimos tiempo de visitar aunque segura que las vistas desde la cima son únicas.

Nuestra ruta incluía Shigatse como siguiente parada y así fue, pero en este momento no nos dio tiempo a visitarla. Dormimos en un hotel no demasiado bueno, el Tenzin Hotel, cerca de Tashilumpo , cuyo encargado era uno de los mayores timadores del Tíbet. El caso es que una tercera persona quería venir con nosotros al CBE, pero no tenía coche. Este personaje timó a esta persona y nos puso a nosotros en medio, en fin que casi le decimos al conductor que sacara su cuchillo tibetano y le diera un par de pasadas al cretino…todavía nos entra mala leche de pensar en la jugada que nos quiso colocar.

Por lo tanto nuestra primera estancia en Shigatse fue muy rápida, y salimos de ella con una persona más en el coche, un chico de ascendencia taiwanesa pero residente en Japón, con unos modales y educación como pocos se han visto.

De camino a Shegar

Desde Shigatse, a gran velocidad por la famosa Autovía de la Amistad, se cruzan infinidad de nuevos paisajes, hasta llegar a Shegar , la población donde se pueden adquirir los billetes para entrar en el parque natural que alberga al gran Qomolangma (Everest). Gran parte del recorrido transcurre paralelo al Tsangpo (Brahmaputra), rio se pasa la localidad de Lhatse , donde paramos a comer la pesada carne de Yak en su forma más humilde, los momos, que son como bolas de pan con la carne dentro…realmente consistentes y pesados de comer. También pasamos sobre un puerto de 5000m de altura coronado, como la mayoría de las cumbres del Tibet, por una infinidad de adornos normalmente consistentes en banderas con rezos y textos religiosos. Ahí si que corría el aire , qué barbaridad.

En el camino, tuvimos, pero no ejecutamos, la oportunidad de desviarnos hacia Sakya , otra ciudad tibetana que dicen alberga dos curiosos monasterios y que conserva una autenticidad desconocida en otras ciudades de la región.

Llegamos a Shegar a media tarde y era demasiado arde para partir hacia el Everest con lo que tuvimos que pasar la tarde allí. Apenas, en temporada baja, la ciudad contaba con dos tiendas, dos hostales y el resto parecía despoblado. Tuvimos tiempo de darnos un paseo por la calle, que duró bastante poco por la fatiga acumulada, cenamos y dormimos en el hostal mejor del pueblo, que era uno de los peores de China. Entre los lujos de este hostal se contaban, habitaciones sin ducha o agua corriente , sin calentador que funcionara, con ventanas más finas que las láminas de pan de oro, y atentos, con un baño común no sólo para todos los huéspedes sino para todo el pueblo . Sí, habéis oído bien, para llegar al baño tenías que salir de la habitación cruzar el patio en plena oscuridad y a menos no sé cuantos grados bajo cero, para llegar a una cabina-letrina a la cual podía accederse fácilmente desde la calle principal del pueblo. Sin duda hay que llegar “evacuados” a ese lugar…

Una noche de poco dormir y de un poco de aburrimiento precederían a nuestro viaje hacia el Everest.

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domingo, agosto 05, 2007

El Lago Yamdrok Tso

El Lago Yamdrok Tso fue nuestra primera parada en el viaje de 4 días hasta el campamento basde del Everest (CBE o EBC en inglés). Está a unos 4500m de altitud y es un verdadero empacho para la vista. El mirador desde la cima del Kambala permite recrearse durante largo rato, tan largo como seas capaz de aguantar el viento frío y cortante que corre con fuerza.



No está demasiado lejos de Lhasa, unos kilómetros más lejos que el aeropuerto. y el camino se hace muy ameno ya que la carretera discurre por unos valles desérticos de ríos helados que son una maravilla, así es el Tibet.


Cuando se sube el puerto del Kambala y te asomas a ese mirador con la montaña Nojin Kangtsan de 7200m de altura de fondo y el maravilloso lago a dos colores, azul oscuro del agua y azul claro del hielo, te alegras de haber cogido esa excursión. Se puede pensar que es inaccesible, pero ahí están los tibetanos que viven del turismo con sus animales, yaks y cabras , dispuestos a darlo todo porque te subas al lomo del bicho. Como buenos turistas, nos hicimos unas fotitos con dichos animales. Después de aguantar lo que pudimos, seguimos nuestro camino por una carretera que camina paralela a la orilla del lago, y pese a estar relativamente pegados a la masa de agua, las vistas seguía siendo espectaculares…





La ruta a que lleva a Gyantse es una auténtica maravilla. Es cierto que el camino puede ser tedioso ya que en muchos tramos no está demasiado bien acondicionado, aunque bastante bien está para estar donde está. Se pasan pequeñas casas que parecen estar en medio de la nada, te preguntas una y otra vez como sobrevive la gente que vive en este terreno en condiciones tan extremas . Nuestro conductor no era un tío hablador y nuestro mandarín no era suficiente para preguntar y entender sus respuestas…así que no le sacamos demasiadas cosas. El caso es que la gente vive de sus yaks y sus cabras, agua hay y parece ser que en otras épocas del año pueden cultivar un cereal muy compacto y resistente que comen tanto animales como personas.











Se veían muchos niños que volvían del colegio andando, una vez le pedimos al conductor que se parara para recogerlos, pero esto no le hizo ninguna gracia y fue la única vez y no más que llevamos niños. Curioso es que cuando pasas con el coche, los niños se cuadran y te hacen un saludo militar a lo que el conductor negaba con la cabeza y les saludaba moviendo la mano para que los niños hicieran lo mismo, no necesita explicación. En algunos de los pueblos que se pasan ves una gran cantidad de casitas de estilo tibetano y a la salida del pueblo se ven barracones y edificios de estilo comunista (mazacotes de edificios) que creemos eran para albergar a los “colonos” y a los militares allí destinados.

Aparte de cierta miseria, pueblos y niños que recorren kilómetros a pie para ir al cole, los paisajes naturales no dejan de sucederse, picos inmensos nevados, glaciares, ríos completamente helados son parte de la escena. Para mí fue el mejor día del viaje.

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