El Templo del Cielo

Con la Ciudad Prohibida y el Palacio de Verano a nuestras espaldas llegamos victoriosos antes de las 16.30 a la puerta del parque del Templo del Cielo . Digo victoriosos porque el día anterior nos habíamos quedado a veinte minutos del cierre.

La primera anécdota de la visita la protagonizaron un grupo de chinos que jugaban con unos aros voladores tipo “frisbi”. Habían colado uno de ellos en un árbol. Como con muchas otras cosas sin demasiada importancia, se había formado un corrillo alrededor del afectado, el propietario del aro. Cuando llegamos lo vimos claro y con nuestra botella de coca-cola medio vacía empezamos a lanzarla hacia el aro mientras los curiosos coreaban los infructuosos disparos . A los quince minutos, ya pensando que no llegábamos a ver el Templo, apareció nuestro salvador con una pértiga de cuatro metros…parece que ya habían sufrido este tipo de problemas antes. No sin que el vendedor de aros nos tirara seis o siete veces sus aros para que le compráramos uno, nos acercamos a la primera edificación del conjunto.

Se trataba de la famosa sala de las Plegarias por las Buenas Cosechas , construida en el año 1420 y cuya utilidad se deduce sin problemas de su nombre.

Tras las fotos de rigor y las lecturas de guías y mapas para saber algo más, nos dirigimos al Altar Circular , hecho en mármol, formado por tres pisos escalonados y concéntricos con un tamaño de unos 30 metros de diámetro y cinco de altura. Su característica más llamativa es que se supone que si hablas desde la zona central del piso de arriba tu voz se amplifica y resuena alrededor. Así dicho parece que va a haber unos altavoces y que al hablar vas a atronar a todo el mundo con lo que no es difícil encontrar gente desgañitándose para comprobarlo personalmente…

Una vez abandonas el lugar y visitas otro pabellón intermedio, la Bóveda Imperial del Cielo , sales a una avenida que te conduce a la puerta sur del parque. Nosotros lo visitamos en una hora o una hora y media , aunque es cierto que se puede pasar más tiempo admirando los edificios o paseando por el parque, que es gigante.

Esa tarde, como no podía ser de otra forma, nos dirigimos al Mercado de Copias, esta vez el conocido como el mercado de la Seda , de hecho, el más conocido.

Más tarde todavía nos dirigimos al hostal juvenil Jade Hostel , cerca de nuestro hotel y en el que reservaríamos para la visita a la Gran Muralla China .