ShenZhen 07-01-2007
El último día lo habíamos pensado para el viaje de vuelta por lo que pudiera pasar en la frontera. Nos habría dado tiempo a dar un par de vueltas más por Hong Kong pero decidimos visitar Shenzhen una ciudad particular en China.
Para volver esta vez tomamos un tren de cercanías, el KCR, que tarda unos 50 minutos en dejarte en la frontera. Aquí tuvimos que pasar tres controles, el de Hong Kong, el Chino y el de porque sí. En el chino estuvimos atentos a ese sellito tan preciado que habíamos venido a recoger... ya éramos legales 4 meses más en China.
La ciudad de Shenzhen está nada más cruzar la frontera. Muy cerca de allí se puede tomar un autobús al aeropuerto de la ciudad. Esta ciudad era un pueblo pesquero hace años, pero se convirtió en una zona económica especial, con ventajas fiscales por lo que montones de empresas se han establecido allí, incluso mucha de la industria de Hong Kong tiene su sede en esta ciudad y aledañas, convirtiéndola en la ciudad más rica de China. No todo el mundo puede entrar, a muchos chinos se les deniega el acceso.
Una vez allí y con un par de horas de sobra nos fuimos a dar una vuelta para ver si se notaba eso de que fuera la más rica de nuestro país putativo. Quizás las calles estaban más limpias, las infraestructuras parecían en mejor estado pero la verdad es que se parece bastante a otras ciudades que hemos visitado. Edificios enormes en el centro y barrios grises en los alrededores.
Vimos un restaurante que parecía un oceanario y donde se podía comer algo parecido a cucarachas nadadoras. En ese momento no teníamos hambre que si no...
Tuvimos un momento de confusión al volvernos, porque no sabíamos donde coger el autobús al aeropuerto. Le preguntamos a un oficial, que nos dio una palmadita en la espalda y nos mando al pedo... finalmente después de dar una par de vueltas, encontramos el bendito autobús que nos llevaría de vuelta a “casa”, al frío y al trabajo.
Para volver esta vez tomamos un tren de cercanías, el KCR, que tarda unos 50 minutos en dejarte en la frontera. Aquí tuvimos que pasar tres controles, el de Hong Kong, el Chino y el de porque sí. En el chino estuvimos atentos a ese sellito tan preciado que habíamos venido a recoger... ya éramos legales 4 meses más en China.
La ciudad de Shenzhen está nada más cruzar la frontera. Muy cerca de allí se puede tomar un autobús al aeropuerto de la ciudad. Esta ciudad era un pueblo pesquero hace años, pero se convirtió en una zona económica especial, con ventajas fiscales por lo que montones de empresas se han establecido allí, incluso mucha de la industria de Hong Kong tiene su sede en esta ciudad y aledañas, convirtiéndola en la ciudad más rica de China. No todo el mundo puede entrar, a muchos chinos se les deniega el acceso.
Una vez allí y con un par de horas de sobra nos fuimos a dar una vuelta para ver si se notaba eso de que fuera la más rica de nuestro país putativo. Quizás las calles estaban más limpias, las infraestructuras parecían en mejor estado pero la verdad es que se parece bastante a otras ciudades que hemos visitado. Edificios enormes en el centro y barrios grises en los alrededores.
Vimos un restaurante que parecía un oceanario y donde se podía comer algo parecido a cucarachas nadadoras. En ese momento no teníamos hambre que si no...
Tuvimos un momento de confusión al volvernos, porque no sabíamos donde coger el autobús al aeropuerto. Le preguntamos a un oficial, que nos dio una palmadita en la espalda y nos mando al pedo... finalmente después de dar una par de vueltas, encontramos el bendito autobús que nos llevaría de vuelta a “casa”, al frío y al trabajo.
Etiquetas: Guangdong, Hong Kong, Relatos y Anecdotas, Shenzhen, Viajes y Turismo
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